Intentamos explicar cómo se ha desarrollado el binomio
internet-globalización a lo largo del presente siglo y en qué medida ha hecho
posible que las minorías se afiancen o se hagan visibles gracias a ambos
fenómenos contemporáneos.
En primer lugar cabe explicarse que una de las primeras o sino la
primera corriente de aplicación de este binomio ocurrió en los años 80’s.
Cuando nace la necesidad de las empresas más competitivas y productivas del
mundo de interrelacionarse para llevar a cabo ciertas partes de sus procesos de
producción a fin de operar en red con fines de cooperación mutua
constituyéndose en una red de apoyo. Lo que Manuel Castells denominó ‘la
empresa-red’.
Si este fue el primer paso en el que se asentó el proceso de la
globalización en términos empresariales en el mundo, con el uso horizontal de
la internet, se dio forma a una era del conocimiento y suma de sinergias que se
extendió hasta hacer del comercio en línea una forma de vida, una manera de
entender la cultura de la competitividad y un vehículo para hacer visibles a
las minorías invisibles.
Si antes existían mercados cuyo alcance era definido por las dimensiones
geográficas o de transporte, en el siglo XXI, la era digital ha permitido sacar
a flote a todos esos nichos de mercado que por la falta de interconexión eran
desconocidos unos entre otros, pero que constituyen una suma de grandes
minorías que conforman el mercado del e-commerce.
Lo explica claramente Chris Anderson en su libro ‘La economía Long
Tail. De los mercados de masas al triunfo de lo minoritario’. “El mercado
masivo antes conformista se está dispersando. Hoy ese mercado se está
convirtiendo en una masa de nichos que siempre existió pero que a medida que
disminuyó el coste de acceso se convirtió en una fuerza económica y cultural
que hay que tomar en cuenta”.
Por su parte, Don Tapscptt & Anthony D.
Wlliams, autores de ‘Wikinomics. La nueva economía de las múltiples
inteligencias’, sostienen que “los pequeños productores están viviendo
una era dorada comparada con el renacimiento italiano o la democracia
ateniense, gracias a la colaboración masiva que trasciende fronteras,
disciplinas y culturas… nunca antes los individuos han tenido la capacidad y la
oportunidad de conectarse a redes flexibles de iguales para producir bienes y
servicios de un modo tangible y continuado”.
Igualmente argumentan también que los grandes
industriales tienen como nuevos rivales a las grandes masas de individuos
autoorganizados e hiperconectados que ahora tienen la capacidad de innovar y
crear valor en un escenario global. Este marco puede explicar por ejemplo, cómo
hoy en día, en lugares alejados, pero ya no desconectados, como los andes
peruanos, existan exitosas experiencias de comunidades campesinas que se
dedican a la producción de papa natural que se exporta a mercados de Europa o
Asia donde este producto es altamente valorado sin tener que pasar por el
centralismo del mercado de la capital.
Quienes pensaron que era un
planteamiento difícil de creer, y que podía incluso calificarse como una
utopía, reconocen que es una realidad para un importante número de minorías
alejadas de todo, pero conectadas al mundo a través de la Internet.