La honestidad, la franqueza, la verdad, la integridad
Como se quiera o no, los
comunicadores tienen una formación con orientación basada en el periodismo o lo
que se le parezca a este, por lo que la concepción de los términos de verdad,
honestidad, integridad y ética son la parte estructural de su formación
profesional. Basado en ello, es que la labor de un comunicador no puede ir
separada de estos valores y modos de conducta profesional, dado que su
honestidad y apego a la verdad son los grandes principios de los que se vale la
profesión para armonizar la comunicación con la realidad y su verdad imperante.
Es decir, un comunicador honesto no puede alejarse de la verdad al momento de
enfocar un análisis cuantitativo o cualitativo en torno a una realidad, en
torno a un mensaje o entorno a un dialogo abierto con sus interlocutores. Estos
principios vienen a ser la columna medular de la labor honesta que un
comunicador puede hacer en bien de una comunidad o un hecho social que
involucre a un colectivo entero.
Con la franqueza y la integridad, el
comunicador puede demostrar el gran compromiso que significa su trabajo al
momento de hacer labor de campo, labor de análisis o de ejecución de un
proyecto por lo que plasmará la realidad en sus resultados y evaluaciones de la
manera más honesta y veraz posible. Son estos principios los que garantizan que
el trabajo del comunicador para el desarrollo sea una labor honesta y
transparente y a la vez que sea tomado en cuenta como un rol importante y no sustituible por otra disciplina profesional.