Un comunicador está capacitado para la comprensión
básica y compleja de los asuntos públicos, políticos, sobre las políticas y la historia de un pueblo
porque es la manera que le permite comprender una realidad por más opuesta que
sea.
Desde una perspectiva de la democracia, en la que se sustentan las
libertades y derechos básicos del individuo como ciudadano y ente participativo
de una comunidad, el comunicador puede aportar puntos de vista de defensa de éstas que permitan contribuir a una mejor calidad de vida de un colectivo. Es
decir, el comunicador debe contar con las herramientas necesarias para saber
interpretar los procesos históricos en los espacios donde se desarrolla su
campo de acción a fin de comprender, aportar o mejorar condiciones de vida.
Por
ejemplo: los pueblos que han vivido procesos de violencia, comunidades
desconectadas de la civilización, grupos étnicos minoritarios etc., que vienen
a ser manifestaciones de unas políticas que en su momento histórico pudieron
ser favorables o no, pero que en la práctica reflejan el caos a que fueron
sometidas y deben ser entendidas desde su perspectiva histórica, social y política. Estos escenarios deben ser ampliamente comprendidos por un comunicador social a fin de aplicar las mejores estrategias de comunicación en estos casos. Igualmente, debe mantenerse alerta de las
condiciones políticas de un país a fin de enmarcar adecuadamente el enfoque de
su plan de comunicación para que sea aceptado por esa sociedad.